Breakdance: tirate un paso

Brincos acrobáticos y contorsiones que desafían gravedad. Los mejores B-Boys se midieron en el mundial de breakdance de Rusia. Las claves del baile callejero y la batalla por el cinturón dorado
Por Fabiana Scherer  | LA NACION
 


MOSCU.- El viejo Circo de Moscú sirvió de escenario para el campeonato mundial de breakdance (baile conocido originalmente como B-boying). Uno contra uno, la competencia enfrentó a los mejores B-Boys del mundo. En plena pista y al ritmo de la música que el DJ marcaba desde su cabina, las batallas dieron muestra de inspiradoras acrobacias, esas que remiten al baile callejero, a esa danza urbana que apareció en los años 70 en las comunidades afroamericanas de Estados Unidos y que consiguió traspasar fronteras en la década del 80 gracias a la influencia de diversos artistas.
"Organización y disciplina, ésas son las claves para ser un buen B-Boy", asegura el caraqueño Lil G, finalista de la Red Bull BC One 2011, que supo cómo mantener a los más de 20.000 espectadores saltando en cada una de sus presentaciones. "Bailo desde los 11 años, ésta es mi vida", reconoció el venezolano, de 21 años, con lágrimas en los ojos y herido en lo más profundo de su ego tras su derrota frente al norteamericano Roxrite (29). Mexicano de nacimiento, Roxrite logró en Moscú alzar el cinturón dorado que lo consagró como el Nº 1. "He ganado casi todas las batallas importantes de breakdance (es uno de los B-Boys con más premios en el mundo) y ésta era una que no había podido conseguir hasta ahora, y realmente quería hacerlo antes de cumplir los 30."

La originalidad, la fluidez, la innovación y el estilo rítmico fueron tomados en cuenta por el jurado a la hora de evaluar. En el caso de Roxrite determinaron que "su musicalidad, su habilidad casi sobrenatural para pegar combinaciones de congelación (freezes) y su estilo único" lo llevaron a la victoria, después de haber llegado a la final del campeonato en 2007 y 2008.
Para alcanzar esta instancia, considerada por muchos como el superbowl del breakdance, los dieciséis participantes debieron pasar por pruebas eliminatorias que se organizaron en distintos países de América latina, Europa, Estados Unidos y Asia.
En la Argentina, la cultura hip hop creció mucho en los últimos años, incluso entre las chicas. En la eliminatoria que se realizó en Brasil, el B-Boy Sisto del grupo Terrible Style Crew, de Florencio Varela, perdió la chance de volar a la capital rusa ante el talento del venezolano Lil G.
La mayoría de los B-Boys intentan trabajar activamente en los barrios a los que pertenecen y destacan el baile como una forma de vida. La experiencia se repite en buena parte del mundo. En algunos colegios, se incluye la práctica del breakdance para que los chicos puedan alcanzar un conocimiento de su cuerpo de forma integral. Una actividad que implica -según los expertos- una gran relación y comunicación con el resto de los participantes, además de facilitar el desarrollo de la inteligencia motriz y un buen recurso para la ocupación del tiempo libre. En Uganda se lleva adelante un programa que busca, a través del baile, que los jóvenes encuentren su libertad cultural, su identidad y su lugar. Buena parte de este trabajo puede verse en el documental Boucing Cats, que refleja el espíritu del Breakdance Project Uganda (BPU). "El baile es vida", palabra de Roxrite.


GUIA BASICA


  • El breakdance es el baile por excelencia de la cultura hip hop. Llamado también B-boying, es una danza urbana que está en constante evolución. Muchos de los nuevos breakers (bailarines de breakdance) incorporan movimientos inspirados en el capoeira y otras danzas.
Su ejecución tiene un alto nivel de dificultad: brincos acrobáticos, contorsiones que desafían la gravedad y giros improvisados.

  • Movimientos: Toprocks: se realiza de pie y es el pilar expresivo del breakdance. En él se integra gran parte del componente rítmico del baile. Footworks: se ejecuta en el suelo, normalmente sobre cuatro apoyos que irán variando según las técnicas que se combinen. Powermoves: abarca todos los movimientos acrobáticos como saltos, volteos, giros, molinos. Freezes: son un conjunto de posiciones estáticas que se realizan siempre con los miembros superiores y que buscan las situaciones límite de equilibrio. Los giros sobre las manos se denominan Handglides ; sobre los hombros, Windmills ; y sobre la cabeza, Headspins .

¿A dónde se fueron los emos?



¿A dónde se fueron los emos? Hace unos años la subcultura emo tuvo una gran repercusión mediática, si actualmente ya no es así esto no significa que los emos se hayan extinguido, sólo ha ocurrido que luego de una bulliciosa presentación en sociedad la subcultura emo ha vuelto a la clandestinidad de sus inicios –lo que acaso es normal en la lógica de las subculturas-. Sea como fuere, lo cierto es que la subcultura emo fue una de las tribus urbanas más populares de la década pasada pero a la vez fue la que –como se verá- llevó al límite la forma subcultural y terminó por arruinarla. 

Quizá eso explique la antipatía que los emos generaban en casi todas las otras tribus de la urbe, ya que los emos minaban directamente lo que, según ellas, consideran como lo más valioso (su contenido o ideología). La clave del comportamiento aniquilador de la subcultura emo se encuentra en  el carácter de su, como dicen, “capital humano”: la gran mayoría de los miembros de la tribu emo eran adolescentes del colegio, es decir, gente muy joven y sin experiencia que no tenía los recursos ni la voluntad para formar algo así como una ideología. 

Porque la mayoría de las subculturas anteriores eran conformadas por jóvenes (skinheads, hippies, punks, etc.), en cambio, en el caso de los emos no sorprendía encontrar entre sus filas incluso a púberes. Con este hecho tenía que ver la distinción que se establecía dentro de la misma subcultura entre emos verdaderos (emos con ideología) y emos falsos (los que se limitaban a apropiarse de la vestimenta, el peinado y el maquillaje). Pero fueron los emos falsos, los adolescentes que solamente se plegaban a la moda, los que desde la comodidad del interior del sistema consumista pusieron al descubierto las limitaciones constitutivas de las otras subculturas juveniles.  

Es decir, cuando alguno de estos ingenuos mancebos declaró que los emos no tenían ideología, ese día fue el final de los sueños libertarios que todavía podían cobijar las subculturas juveniles. Pero no porque aquello fuera la confesión de la incorporación de la forma subcultural en el mercado pletórico del capitalismo post-industrial, pues esto ya se sabía hace tiempo –revísese, por ejemplo, el libro de Heath, J. y Potter, A. Rebelarse vende: el negocio de la contracultura-, sino porque esa nulidad ideológica era también la realidad de todas las otras tribus urbanas. O sea, no se puede negar que los contenidos estan ahí (anarquismo, neo-nazismo, “paz y amor”, pesimismo, etc.) pero o son muy simples y abstractos para intentar tomarlos en serio o si son interesantes se encuentran subordinados al predominio del estilo de la subcultura (la música, la vestimenta, la reunión semanal, etc.). Las otras subculturas creían que ostentaban un contenido innovador, contestatario, revolucionario, pero ya que éste tiene que ser formado sobre la base de una forma subcultural (una estrechísima perspectiva sobre la realidad: mirar al mundo con los ojos de un gótico o de un otaku) y, además, no puede prescindir de la primacía del estilo (que es lo determinante en las tribus urbanas, se puede ser punk o anarcopunk, pero no solamente anarquista), su contenido es, en realidad, o secundario o superficial. 

De esta manera, nadie tan sincero y circunspecto como el emo que al mismo tiempo que revela la vacuidad general de las subculturas, indica el camino más mesurado: en la práctica subcultural hay que limitarse al estilo. Y es que mientras más contenido pretenda abarcar una tribu urbana, será mayor la deformación ideológica que se podría esperar, a no ser que el contenido, de tan nutrido, rompa primeramente con la sujeción del estilo y luego traspase las fronteras de lo subcultural. 

Fragmento de una nota titulada "Los emos, las subculturas y el periodismo deportivo", tomada del blog El trabajo de lo negativo, que me pareció MUY interesante para compartir.

Las duras peleas en la puerta del Abasto

Por Evangelina Himitian
Diario La Nación
23-10-11


El mundo adulto tomó conocimiento de la existencia de las tribus urbanas cuando las peleas entre los floggers y los cumbieros se apoderaron de la puerta del Abasto, a mediadios de 2008.
Por un lado, estaban los chicos de clase media alta, que se vestían con colores flúo, inventaron su pasito y no paraban de sacarse fotos y subirlas a su fotolog. En las antípodas, estaban los cumbieros, hijos de clase media baja, que viven en hogares con muchas privaciones y que desarrollaron caminos alternativos para acceder a la moda o productos de consumo masivo. En el medio, una recreación violenta de la lucha entre clases: de los enfrentamientos entre floggers y cumbieros hubo dos muertes antes de que terminara 2008.
Poco después, estas tribus se fueron diluyendo por varias razones. Hubo padres que les pedían a sus hijos que no se vistieran con la ropa que los caracterizaba, por temor a los ataques. "Pero, por otra parte, los chicos fueron creciendo. Muchos empezaron a trabajar o iniciaron la universidad y dejaron de tener tanto tiempo libre. Otros se convirtieron en padres o tuvieron que reenfocar su vida. Así se fueron diluyendo. Pero lo cierto es que, cuando una tribu urbana no tiene una ideología detrás, con el tiempo desaparece, como las modas. Eso pasó con los floggers y un poco también con los cumbieros", explica María José Hooft, responsable de la cátedra Subculturas Juveniles del Instituto Bíblico Río de la Plata, además de autora del libro Tribus urbanas.
"Hay cuatro pilares que sustentan la identidad de una tribu: una estética, el estilo de música, los lugares frecuentados y un lenguaje; eso, sobre la base de una ideología en común", apunta Hooft. Las fronteras entre tribus no son rígidas.
A mediadios de 2008, también aparecieron los emos como la pata local de un movimiento internacional que plasmó en la estética de sus seguidores lo triste y oscuro del mundo personal de los adolescentes.
En pleno auge de las tribus urbanas los especialistas estimaban que entre el 20 y el 30% de los adolescentes se identificaban con alguna. Hoy, no se puede precisar, pero son menos.
¿De dónde surgieron estos grupos de adolescentes casi uniformados que deambulan por la ciudad? "De sus padres", dice el sociólogo Marcelo Urresti, sociólogo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Cuenta que con sólo analizar las edades de sus integrantes se descubre que son hijos de una generación que vivió una adolescencia de mayores transgresiones. Los adolescentes actuales deben gestar su oposición generacional frente a padres más descontracturados.
"El espacio de transgresiones se ha reducido: está en la radicalización del estilo, lo que lleva a la proliferación de formas musicales, indumentarias, estéticas y presentaciones ante otros que buscan romper la aceptación adulta", asegura..

Los wachiturros, nueva tribu urbana (Diario Uno, Mendoza)

Son una mezcla de floggers y cumbieros. Adoptaron la cumbia electrónica y la ropa deportiva de primera marca. Pertenecen a las clases media y alta, y hacen culto de los códigos villeros.
 

Carina Scandura
uno_mendoza@diariouno.net.ar


Hablar de tribus urbanas es entender la existencia de subculturas funcionado dentro de la sociedad. El sociólogo Marcelo Padilla explicó a Diario UNO: “Es una noción que en Argentina se comenzó a usar desde mediados de los ’90. Tribu urbana no remite a la vinculación de clase social, sino al agrupamiento por lo estético, artístico, afectivo, de lenguaje que engloban a algunos sectores que atraviesan la estructura social”.

A nivel mundial los primeros esbozos de tribus urbanas se dieron en la década del ’50 con los Teddy Boys y en 1960 con el surgimiento del gran movimiento contracultural hippie en los Estados Unidos, aquellos muchachos que escuchaban rock psicodélico groove y folk contestatario, abrazaban la revolución sexual y creían en el amor libre.

Entre las décadas del ’50 y del ’70 el rock fue marcando distintas subculturas urbanas, como los punk o los metal. Pero la gran explosión en nuestro país fue en 2008, cuando la sociedad se percató de la existencia de dos grandes grupos que se enfrentaron en peleas: los floggers y los cumbieros.

Hoy hay nuevas tribus urbanas el país y Mendoza no queda atrás en el fenómeno. La escritora María José Hooft, autora del libro Tribus urbanas: una guía para entender las subculturas juveniles de la actualidad explicó: “No es algo pasajero, sino que es una conducta o una tendencia que se ha instalado más en nuestra sociedad. Hay tribus nuevas de origen japonés o chicos que se vuelcan a estas culturas como las lolitas, visual scandals y también tribus más autóctonas como los wachiturros” .

Para entender el comportamiento de esta nueva tribu urbana, es necesario remontarnos a sus orígenes.

Aquellos floggers
La palabra flogger proviene de “flog”, abreviación de fotolog. Esta moda surgió en Argentina y está estrechamente relacionada con el fotolog.com, un sitio web donde se suben fotos y los usuarios escriben sus comentarios.

Gisela Bianchi tiene 16 años y desde los 12 integra la tribu flogger. “Simplemente fui a la peatonal Sarmiento y vi a muchos jóvenes vestidos iguales. Todos tenían fotolog y me uní fácilmente porque son muy sociables”, recuerda Gisela. Aclara que sin fotolog no se es flogger como tampoco sin música electrónica.

Esta tribu está integrada por chicos de entre 12 y 17 años. Si bien no tienen líderes visibles, Gisela explicó que algunos jóvenes son más importantes en el grupo por la cantidad de años que llevan.

Un flogger se viste con pantalones chupines bien ajustados, remeras escote en V de colores, faldas de tiro alto y zapatillas llamativas, preferentemente de las marcas Pony, Nike o Converse.

Un detalle no menor es el peinado: los hombres usan el pelo largo y un jopo al costado, y las mujeres lo llevan largo y cortito atrás, o con el peinadito para arriba con la bananita. Les lleva bastante tiempo el ponerse a tono.

Gisela contó que en su curso del instituto San Miguel hay otros cinco floggers además de ella y que si bien no usa esa vestimenta típica para ir a la escuela, a los pantalones del uniforme los ajustó un poco más para no perder su “esencia”. Admite que no va pintada al colegio, como sí lo hace cuando se junta con sus amigos en la Peatonal todos los viernes desde las 18.30.

Los floggers no se hacen planteos ideológicos o políticos, sólo se juntan a intercambiar fotolog y a ver lo que escriben o a sacarse fotos. “Nos hacemos más amigos, escuchamos música y bailamos”, detalló Gisela.


Los cumbieros
Son una tribu que resultó muy popular en los últimos años en la Argentina y Latinoamérica. Este grupo se guía por escuchar cumbia de los grupos Los Pibes Chorros o Damas Gratis, por ejemplo.

Los cumbieros se caracterizan por utilizar zapatillas caras, a las que denominan “llantas” y prefieren usarlas desatadas, con las lengüetas hacia fuera para resaltar la marca. Usan pantalones de syré, anchos al igual que las remeras y las camperas generalmente de marca Nike o Adidas.

En general los jóvenes que integran este grupo se juntan en las bailantas, y los unen el gusto musical y un mismo estilo estético.


La fusión de los flogger y los cumbieros, los wachiturros
La escritora María José Hooft explicó que a mediados del 2010 los floggers entraron un poco en decadencia, sobre todo por el ataque constante de los cumbieros en la zona del Abasto, en Buenos Aires, que los consideran “chetos”. Se fusionaron y nacieron los turros. Su banda musical líder es Los Wachiturros. Los turros comenzaron a llamarse estos cumbieros que renegaban de su clase social y estos floggers devenidos cumbieros. Luego adoptaron el nombre de wachiturros, por la banda del mismo nombre y porque a los más adolescentes los llaman “wachines”. Escuchan tanto música electrónica como cumbia o una cumbia electrónica. Se visten como los cumbieros, con ropa deportiva, pero adoptan marcas costosas como La Martina, Tommy, Lacoste, originales o truchas.

Algunos los conocen como los ex floggers. Lo cierto es que esta nueva tribu se sumó a los emos, dark, punk y rollingas.