Tomó el acta de los decretos que nos era contraria, la clavó en la cruz y la enjuagó con Su sangre. Hoy ya nadie puede leer tu "X-file" o tu expediente secreto, gracias a que Él borró tu historial en ese acto de amor. Tu más temida vergüenza, tu bajeza más humillante, tu pecado más deplorable, ya no están activos. Lo que sí está activo es Su perdón diario.
Resucitó, venció a la muerte. Tu muerte, mi muerte, la de todos.
Que el mensaje estas Pascuas sea anunciado a los desesperanzados:
"Vuélvanse a la fortaleza, prisioneros de esperanza; hoy también les anuncio que los restauraré el doble" (Zacarías 9:12)
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