Tiempo de murgas y alegría

"La murga es constituyente de vida. A través de la murga reímos, en la murga bailamos y nos alegramos, exorcisamos la vida" (Luciana Vainer, autora "Miralá que linda viene", p. 13).




Enero es el tiempo de los ensayos murgueros. El tiempo del calor, de los mosquitos, de las gotas de traspiración recorriendo los torsos. El tiempo de los vecinos orgullosos de sus murgas (y también de los que se fastidian con la música y los tambores). Enero es el tiempo de las plazas, de la familia reunida en torno a las responsabilidades, coser, bordar, diseñar, terminar lo que se viene programando desde el invierno pero que precisa el toque final.


Los caprichosos de Liniers, Los amantes de La Boca, Los reyes del movimiento de Saavedra, Los herederos de Palermo, La Catalina del Riachuelo, Los cometas de Boedo, y la lista continúa, porque hay más o menos 180 murgas en Buenos Aires. Y otro tanto en la vecina Uruguay, de las que Agarrate Catalina es una de las más representativas.


Yo soy el murguero de alegre sonrisa,
De cara pintada y traje de artista;
Con mil coloretes dibujo la estampa
Del pobre murguero de la vieja barriada;
Yo voy por caminos, pueblos, ciudades
Sembrando alegría a todos iguales.
Mi vida es la murga, cariño le siento;
Por eso yo daría lo que llevo aquí dentro.


(Julio César, de la Murga Los Chiflados de Almagro)
¡Desde este humilde espacio van saludos para la tribu de los laboriosos murgueros!
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