Depresión y angustia juvenil, alerta para los padres

Se supone que tienen todo para ser felices, pero no lo son. Puede que sean exitosos en el colegio, estén repletos de actividades extra programáticas, tengan padres muy pendientes de ellos, pero por dentro sienten un vacío tremendo y muchas veces incurren en conductas de riesgo. Cada vez más investigaciones indican que hoy los adolescentes acomodados son los que más dificultad tienen para ser felices. Expertos explican por qué.


Un día después de atender a su última paciente, la psicóloga Madeline Levine, quien lleva tres décadas atendiendo en el selecto condado de Marín, en el norte de San Francisco, se sentó en su sillón y se sorprendió al borde de las lágrimas. "La niña de 15 años que acababa de abandonar mi oficina era inteligente, linda, estaba muy presionada por sus acomodados padres -que la adoraban pero andaban muy frecuentemente ensimismados-, y muy enojada. Había usado una gillette para grabar la palabra 'vacía' en su antebrazo izquierdo. (...) Traté de imaginarme lo intensamente infeliz que debía haberse sentido mi joven paciente como para dejar marcada a sangre su angustia en la piel", cuenta la doctora en "The price of privilege: How parental pressure and material advantage are creating a generation of disconnected and unhappy kids. ("El precio del privilegio: cómo la presión parental y el bienestar material están creando una generación de niños desconectados e infelices"), que fue best seller del New York Times.
El episodio marcó un antes y un después para esta psicóloga clínica que trabaja en una comunidad de clase media alta de los suburbios norteamericanos. Ese día reparó en la existencia de un fenómeno nuevo: cada vez más acudían a su consulta jóvenes del grupo socioeconómico alto con importantes desórdenes emocionales. Adicciones, ansiedad, depresión, trastornos alimentarios y comportamientos autodestructivos se estaban convirtiendo en realidades corrientes entre esos adolescentes privilegiados."Hasta hace ocho o diez años, veía muchos niños que tenían los típicos problemas de la adolescencia, ya sea uso de drogas o depresión. Pero tenían los síntomas de la depresión: mala higiene, su rendimiento había bajado en el colegio y estaban desconectados de su familia. Ahora cada vez más los niños que llegan a mi consulta son adolescentes que se ven bien: tienen buenas notas, lideran su equipo de deporte o son presidentes del curso, es decir, que no están desconectados, y no se ven deprimidos. Pero sí lo están", explica la doctora Levine desde Estados Unidos. Agrega: "Son niños que tienen todo tipo de habilidades sociales y de bienes materiales, que tienen acceso a buenos colegios y muchas oportunidades educativas, pero que están desesperadamente infelices porque se sienten vacíos".
Madeline Levine quiso investigar por qué. Y no es la única. En los últimos años, han aparecido en Estados Unidos distintas investigaciones que comparan la salud mental y los índices de felicidad de los adolescentes según su realidad socioeconómica. Y la tendencia que más se ha destacado es que los menos favorecidos económicamente no son necesariamente los menos felices.
Madeline Levine decidió buscar respuestas a una pregunta básica: ¿por qué estos niños que tienen tantas oportunidades de vida lo están pasando tan mal?
"Lo que dice la investigación y la experiencia clínica es que esos niños están tremendamente estresados, sienten que permanentemente pesan sobre ellos expectativas desmedidas y eso desde muy chicos. Son niños que tienen padres sobreinvolucrados en las cosas equivocadas y subinvolucrados en las cosas importantes, como asegurarse de que su hijo juegue, duerma bien, coma tres veces al día. Todas esas necesidades básicas de la infancia empezaron a ser ignoradas a medida que los padres se volvieron más y más ansiosos respecto del éxito de sus hijos. Y al mismo tiempo, la definición del éxito se restringió hasta significar exclusivamente éxito académico y, en algunos casos, éxito en los deportes. Éste es un problema que se está viendo en todos los países desarrollados en los que los bienes materiales se hicieron muy accesibles y la estructura familiar se debilitó", explica la doctora Levine.
Según Nicholls, el principal problema está en que los adolescentes acomodados de hoy no cuentan con un modelo. "Son jóvenes que no tienen referentes. Cada vez más están desencantados con sus padres. No quieren tener su vida, porque los ven exitosos económicamente y profesionalmente, pero estresados y trabajólicos. Sus padres le ponen mucho énfasis en tener éxito y logro, entonces ellos se sienten muy exigidos en eso, se insegurizan y dicen no quiero eso. Eso genera un vacío y los adultos no les hemos dado una orientación que les ayude a llenar ese vacío".
La consecuencia: adolescentes que recurren a lo que los psicólogos llaman "actuaciones", es decir que se dedican al carrete [los boliches, la noche en Chile] y a conductas de riesgo para obtener gratificación inmediata, sentir que están "haciendo" algo o tener emociones fuertes que llenan el vacío que sienten y les hace olvidarse de su malestar. "En sus momentos más tranquilos, están en la confusión, no tienen ninguna meta, ningún norte, entonces viene la angustia", explica Nicholls.
La falta de tiempo para la reflexión es un punto crucial. Y según la doctora Levine se cruza con el problema de la presión por el éxito. "Nuestra cultura se ha enfocado en el éxito que se mide fácilmente y nos hemos olvidado que para mucha gente éste pasa más por el tener buenas relaciones interpersonales, contar con un sistema de apoyo y un sentido de autenticidad; tiene que ver con saber quién es uno, con tener un sentido de sí mismo. Si un niño va siete horas al colegio, luego entrena tres o cuatro más en algún deporte, más tarde hace sus tareas y además tiene una clase de piano, no tiene tiempo para desarrollar su propio sentido de sí mismo. Convertirse en una persona requiere cierta introspección y reflexión y estos niños no cuentan con el tiempo para hacerlo".
Tanta presión, agrega, ha contribuido a la aparición de las más altas tasas de suicidio y depresión infantil en décadas y en una brutal desconexión entre padre e hijos. "Existe investigación que muestra que hay altos niveles de desconexión en las familias de clase media alta, lo que siempre sorprende porque ahí se ven muchos de los llamados padres-helicóptero que viven pendientes de sus hijos. Pero lo que pasa es que no están pendientes de lo que los conecta realmente con sus hijos. Los padres de ese segmento son personas que trabajan mucho para estar donde están y tienen una vida social muy activa. Se sienten conectados con sus niños porque los llevan a miles de actividades, pero no se dan el tiempo, por ejemplo, de comer con ellos el viernes o el sábado en la noche y simplemente de conversar. Entonces, sus hijos se sienten desconectados de ellos porque no están emocionalmente presentes".

"Cuando los padres vienen a mi consulta empiezo diciéndoles cosas que mi abuela habría sabido porque son de sentido común. Por ejemplo, que el niño no puede tener tres actividades extraprogramáticas al día, sino que sólo una y que comer con ellos es importante", dice la doctora Levine.
La psiquiatra Muriel Halpern cree, además, que los padres tienen que aprender a percibir mejor lo que les puede estar pasando a sus hijos. "Tienen que sentarse tranquilos a pensar y a mirar a sus hijos de un modo desprejuiciado, y eso significa también no verlos como buenos y perfectos, porque muchas veces es una pantalla. Tienen que escuchar las señales que les dan los adolescentes y no basarse sólo en el parámetro de resultados para evaluar si el niño está bien", dice.
Tomado y adaptado de Daniela Mohor W., "Mayores tasas de depresión, ansiedad y abuso de sustancias: La otra cara de los adolescentes privilegiados", El Mercurio, martes 18 de agosto de 2009.




2 comentarios:

Luis Fernando Franco G. dijo...

Gracias a ustedes...
por tal blogs tan exepcional.
ojala muchos padres pudieran leerlo asi entenderiian por que nos flagelamos.... y que entiendan que para nosotros vale mas una tarde en el parque con ellos que el ultimo celular o el carro para la graduación.

en verdad muchas gracias por la informacion =)

zahim dijo...

Muy bueno este reporte, yo tengo una sobrina y cuando lei esto me acorde mucho de ella, ya que le exijimos tanto a ellos que ni siquiera tienen la culpa de que nosotros no hayamos alcanzado ese exito.. espero esten bien.. se les quiere...